La técnica, la paciencia, la insistencia, la persistencia, y la fortuna dejaron que se encontraran con toda la ilusión del mundo este regordo preci-oso con los mencionados arriba: el Negro, el niño, que no daba crédito a lo que sus ojos
le estaban enseñando, y yo que amo a mis dos gordos encantadores. Les cuento que son dos. El que anda por arriba de las piedras echado con una flojera inmensa y mi atleta de nado sincronizado. Así uno entiende que las cómiquitas son sólo animaciones de la realidad...
miércoles, 2 de noviembre de 2005
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